Lamentablemente, creo que es exitoso por la incultura de la gente y América Latina es un pueblo en dramática involución cultural que “no tiene remedio” y lo dijo Octavio Paz en los ochentas en su libro “Tiempo Nublado”. Es algo gravísimo que un intelectual de ese tamaño diga eso.
Son tramas del lumpen e intereses de mafias a las que le conviene que la gente esté mal, porque incita a las adicciones, el consumo de droga y la vida irresponsable. Es la promoción de una vida de fantasía totalmente fuera de la realidad en el mensaje de algo que no es música, sino un disfraz latinizado de un movimiento social encaminado a promover las peores deformaciones de lo más bajo de la sociedad.
Un tema de mafias cupulares.
El lenguaje ha sido de los más afectados.
Se ha desfigurado, torcido; ha quedado amorfo en las letras de estos bodrios que usurpan el nombre de la canción.
La gente paga lo que sea porque la realidad es que no van a escuchar música sino que van a recintos en donde se van a quedar afónicos gritando, donde van a ver a un estrafalario del playback ahí lleno de luces y rodeado de suripantas que se dicen bailarines haciendo loas de un producto tecnológico, ficticio de la mercadotecnia. No es arte, ni es baile, ni danza, ni letras, ni es canto, ni es música ni es nada.
Es un espectáculo que la vorágine empuja para que los jóvenes vayan a embrutecerse de forma tumultuaria.
Pero están manipulados para que así lo hagan.
Y ahí es donde les venden drogas, alcohol, prostitución, fármacos, tatuajes… porque el negocio es redondo. Lo que promueven no es un cantante sino una figura, un símbolo de la decadencia, la derrota cultural, la destrucción de los valores y la familia, la desaparición del vínculo intergeneracional.
El triunfo de la ignominia y la ignorancia.
Son letras perversas que, si las logras descifrar son procaces, soeces.
Yo me escandalizo que los niños oigan esas expresiones desde la primaria y por imitación se promueva la dicotomía familiar; no les dejan escoger, no hay ni siquiera opción al criterio.
Es un tema de propagación y de contagio.
Estos artistas no cantan y aunque cantaran de qué sirve si los ponen a cantar esa asquerosidad.
Yo lo he oído cantar boleros.
Insisto, es que el problema de la cultura en Guatemala, y ustedes lo saben bien, no es tanto que no hayan ofertas, si no el problema es que las buenas ofertas, aquellas de un alto nivel de preparación, académico, sustancioso y nutritivo no encuentran respuesta.
Entonces sí, estamos hasta la coronilla de Malumas, badbunnys y televisos… ¡Pues sí!, pero si fuéramos un público más exigente y más constante en la búsqueda y en la asistencia a los proyectos interesantes, la cultura sería otra.
Pero a seguir, a contracorriente.
Nada doblegará el esfuerzo individual de gente como nosotros con producciones que hablan de proyectos que buscan hacer de este país una nación con mejor gusto y con una perspectiva cultural mejor de la que existe hasta ahora.
También tenemos un problema de desheredar, de extravío cultural.
El problema no lo tienen estos pobres niños guapos de cuestionable talento, si no aquellos ignorantes que prefieren seguir viendo la novela de las 8 en vez de tomar un libro, asistir a un auténtico concierto o mirar un documental.
Opinión de Rodrigo de la Cadena a la pregunta "¿Qué piensas del fenómeno Bad Bunny?"
Entrevista en Once Noticias.
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